Se dice que lo único que no cambia en esta vida es el hecho de que todo siempre cambia.
En ocasiones uno busca y decide los cambios, en otras, como en esta época que nos ha tocado vivir, los cambios sobrevienen por sorpresa y uno solo puede resistirse o aceptarlos, y en este último caso, también, ya puestos, aprovechar la estela para replantearse evolucionar e intentar mejorar.
Cuando decidí embarcarme en mi primera Escuela de Yoga, a diferencia de otras personas que lo tienen clarísimo, elegir un nombre me pareció una tarea espinosa. Hay muchos, muchísimos conceptos yóguicos que podrían definir la línea o la intención que quería poner en esta andadura, pero me sentía incapaz de elegir solamente uno.
O soy muy indecisa o soy muy capaz de darle el mismo valor a varios conceptos al mismo tiempo. Así que, pedí ayuda y con algunos amigos íntimos, llegamos a idear un “palabro” inventado que simplemente no tenía que hacer alusión a ningún aspecto concreto de la amplia filosofía yóguica.
Poco después, me reuní con mi querido maestro Sw. Digambarananda (Danilo Hernández) y le conté mis indecisiones con todo este temón.
En ese momento, me sugirió llamarlo de la misma forma que su Escuela. Así que, atónita y eternamente agradecida, nació “Bindu Salamanca” como un pequeño homenaje a todas las enseñanzas recibidas de su mano en “Bindu- Escuela de Yoga Chamartín”, en Madrid.
La pandemia del COVID-19 es un hecho desgraciado que nos hubiera gustado no estar viviendo, pero, también, ha llegado como un emisario para recordarnos la impermanencia de todas las cosas…como un mandala…y todo aquello que has ido construyendo poco a poco, con detalle, con paciencia, con ilusión, con trabajo…se puede esfumar en un momento.
Patanjali nos recuerda en el Sutra 1.15 que Vairagya es condición fundamental para desarrollar nuestra práctica de Yoga con el fin de experimentar el verdadero Yo. Podemos decir que es la condición mental de no apego o de desapego, lo que significa estar libre de raga (atracción) y dwesha (repulsión). Cuando la mente se libera de estas dos potentes inercias mentales, surge el estado de Vairagya.
Es un concepto constantemente recordado en nuestras clases y, en esta ocasión, la vida nos ha brindado la oportunidad de explorarlo y transitarlo profundamente.
Los meses de confinamiento y el cierre posterior de la Escuela, del espacio físico, han sido un profundo e intenso chapuzón en Vairagya.
Las sesiones Online se han revelado como una auténtica sorpresa para nosotros mismos.
Pues SÍ. La energía también se comparte por “Zoom”.
La sensación de estar unidos en un objetivo común. De compartir un espacio y un tiempo. Primer zasca a mi carácter a veces muy ortodoxo.
Si la mente compara con las sesiones presenciales, se queda estancada y aparece la aversión como un resorte inmediato. Si nos abrimos al cambio, podemos sacar beneficios inesperados de las nuevas circunstancias. Vairagya.
Y remontándonos a lo del nombre, aquella tarde, mis amigos, ajenos al mundo del yoga, me preguntaron…” oye, ¿si el que corre es runner, los que hacéis yoga sois –yogers-, no?”. Exploté en enormes carcajadas y me hizo tanta gracia que le cogí especial cariño a la palabreja.
Y con The Yoger nos quedamos y hasta creamos un logo, el que ahora veis. Puede parecer frívolo escogerlo de esta forma, pero me parecía que no me posicionaba en ningún lugar…ni más tántrico, ni más vedántico…ni Samkhya…ni… ni se sabe…reconozcámoslo, en el lugar que yo estaba entonces.
Swami Satyasangananda Saraswati (Satsangui), quien me inició en India con el nombre de Vedanta, visitó Madrid para unas conferencias. Después de su charla, alguien en el público le preguntó: “Ustedes siempre hablan de la felicidad, el bienestar y la dicha que proporciona el Yoga. Pero yo me pregunto: ¿entonces porque están siempre tan serios?”. Satsangui no se tomó muchos segundos en contestar: “es que nos tomamos el Yoga muy en serio”.
Me tomo el Yoga muy en serio. No hubiera dejado mi cómoda vida anterior si así no fuera, le debo todo. Pero nada de valor está reñido con el humor. El sentido del humor nos hace libres y menos densos. The Yoger me pareció simplemente genial.
Así que, aunque como os contaba, ya teníamos el nombre de The Yoger, cuando llegó Danilo con ese ofrecimiento increíble, sin dudarlo comenzó con Bindu la andadura, y sin poder tampoco resistirme a todo lo que implica esa “gota” o “punto” y que en cada paso me ha recordado la unidad y el origen “del todo”.
Y pasan cinco años…y luego llega la pandemia…y los profes de yoga nos vemos abocados a reconvertirnos al Online…y lógicamente aparecen muchos Bindus en la red.
Es un momento también de rehacer el sitio web, antes enfocado a las clases presenciales en la ciudad de Salamanca y ahora emitiendo para quien quiera unirse a nuestra práctica en cualquier lugar. Como nuestro alumno Phillip desde Portland, o Gerda desde Moscú, o muchos otros que durante el confinamiento estaban en Canarias, en Madrid o Valladolid.
En esa renovación, los informáticos me comentan que nuestro “dominio” es muy largo…yogabindusalamanca choca con los arreglos informáticos… ¡con el resto de Bindus en varias provincias y países! y todo se hace más farragoso. Una se encuentra en un confinamiento nunca antes vivido…con un cambio de paradigma global que te hace replantearte muchas cosas, los sentimientos, los conceptos vitales, las escalas de valores se tambalean y todo parece un ring de boxeo mental…bueno, aquí lo único que pasa es que es momento de adaptarse, y eso implica cambiar, y para cambiar hay que soltar… soltemos.
Hay que hacer las clases por la red, hay que cerrar el local, hay que trazar un nuevo plan de futuro, hay que tener paciencia…somos los mismos y somos otros, al mismo tiempo. Hay cambio. Aquí está.
Ahora somos The Yoger. Vairagya.
Gracias Danilo. Gracias amigos. Siempre.
Elena Marín